Pasaia Gaur nº 9, 1978

Una constante en la lucha desarrollada por nuestro Pueblo en estos últimos años ha sido la caracterizada por el Movimiento Asambleario. Movimiento que sin haber logrado la estabilización deseada en muchos aconteceres, no disminuye en absoluto la real importancia que ha sabido mantener de cara al método de lucha que a través del mismo se ha desarrollado, y que supone por su experiencia una riqueza a valorar. Hoy el Movimiento Asambleario en sus dos vertientes «obrero y ciudadano» debe tender hacia formas de estructuración más compactas, asentando las bases hacia la definitiva estabilización de la Asamblea como órgano superior de decisión colectiva.

Las cajas de resistencia colectivas en el centro de trabajo suponen un punto de arranque en la unidad desde la base de todos los trabajadores. Las comisiones de trabajo «delegados, seguridad e higiene, control de nuevas incorporaciones, relaciones humanas, etc.» posibilitan la emancipación y desarrollo de la conciencia y responsabilidad colectiva de la clase trabajadora, que, por otra parte, es camino ineludible a recorrer para la defensa y logro de los intereses objetivos del Pueblo Trabajador: la sociedad vasca sin clases y reunificada.

Si la clase trabajadora quiere y desea alcanzar la libertad integral, debemos ser conscientes que sólo en nosotros, en nuestro trabajo diario, en nuestra aportación y sacrificios, sin desmayos ante las adversidades coyunturales, está el conseguirlo. La Asamblea es un colectivo de trabajadores donde se debaten problemas y en su misma medida se aportan soluciones. Soluciones que debe ser el propio colectivo de trabajadores el que las resuelva, eligiendo de entre todos los compañeros una comisión delegada para efectuar las negociaciones, dejando en última instancia siempre la decisión a la Asamblea; delegados que si no cumplen con lo encomendado por abandono o negligencia, deben ser revocados, eligiendo otros nuevos. Es en esta medida y de esta forma el que las negociaciones y decisiones responden siempre al conjunto de los trabajadores y no a través de «élites profesionales del buen negociar» que absorben y quitan todo el protagonismo al colectivo de los trabajadores, tomando decisiones contrarias a la Asamblea y manifestando de esta forma su escasa representatividad. Hay que entender la Asamblea aparte de como órgano superior decisorio como con capacidad de gestión y negociación a todos los niveles, creando y formando todo tipo de comisiones y fortaleciendo la caja de resistencia para encuadrar en ella la Asesorí­a Jurí­dico-Laboral, amén de otros trabajos o estudios de tipo informe medidas económicas, coste de vida, crisis sectoriales, etc. La emancipación de la clase obrera pasa por su propia autoorganización. Difí­cilmente se puede ejercer el control obrero sobre la producción y distribución si no se va dotando de una capacidad de organización, gestión y movilización.

Es en este contexto asambleario donde se enmarca un método de lucha, decisión y capacitación y no en otros preconizados por la mayorí­a de las centrales sindicales, para las cuales la afiliación toma un carisma de «seguro de vida».

Otra faceta del movimiento asambleario ha sido su entrada en la problemática de barrios y pueblos, ante la falta de ví­as de participación del pueblo en la gestión municipal y la negativa de los regidores municipales a democratizar las decisiones, lo que le ha dado auge y desarrollo, y le ha conferido una personalidad especí­fica: Movimiento Ciudadano. En este marco también ha faltado estabilidad, y al igual que en el Movimiento Obrero sus mayores impulsos se han dado en la medida que han surgido los problemas y se ha tomado conciencia de su solución, que casi nunca se han dado con prontitud, por cuanto no se ha llevado una labor previsora de trabajo sistemático.

La experiencia en Antxo hasta estos momentos ha sido muy corta, aun cuando a través de la misma existen unos grupos de trabajo. Hay que empezar a potenciar la Asamblea en orden a esos problemas que se ven en el Municipio con cifras y datos concretos, y que son precisos que el pueblo tenga conocimiento real de las gestiones que se realizan, y participe de una manera activa en sus soluciones.

Hoy en Antxo existen problemas graves (que en el futuro se agudizarán) de escasez de suelo, servicios públicos, etc., y evidentemente se plantean porque hay unas necesidades como pueden ser cobertura de la rí­a, aparcamientos, vivienda, parque infantil, guarderí­a, centro de cultura, nuevo mercado, zona deportiva, referéndum y reivindicaciones de terrenos y factorí­as hoy delimitadas en el término municipal de Donosti (Fáb. Luzuriaga, calle Marquina, etc.)…

Estas necesidades aquí­ expuestas y que están en la mente del pueblo de Antxo deben ser un revulsivo concienciador para todos los ciudadanos, formulando los cauces de su participación en aras de un trabajo y decisión colectivos donde se puedan tender soluciones.

La Asamblea Popular es un aglutinante de los diversos sectores que configuran un pueblo y que de una forma organizada en torno a dicha Asamblea, contribuyen con su debate a impulsar la decisión de todos los antxotarras. La Asamblea Popular debe elegir comisiones de estudio y ayuda a la gestión municipal, impulsar una caja de resistencia popular (con cargo al presupuesto local) para fiestas, ayudas, catástrofes, incendios, etc., coordinar la enseñanza del euskara a todos los niveles, impulsar la creación de comités de autodefensa, elaborar un plan de retirada de las placas de las calles y de los monumentos de significación fascista, desocupación de locales de la OJE y otras dependencias residuales del Movimiento, poniendo estos locales a disposición de centros de cultura, teatro…

El Movimiento asambleario «obrero y ciudadano» representa la participación obrera y popular en quince años de lucha. El pueblo tiene la palabra.

Lehikide