Pasajes nº 4, 1930

D. Manuel Azurmendi, contratista de obras de esta villa, se ha echo acreedor, por los innumerables servicios prestados a la misma y a nuestra vecina villa de Alza, a un homenaje popular de admiración y gratitud.
Dejemos grabado en letras de molde su imponderable actuación en la vida de Ancho, por el que viene laborando durante tantos años.

Puede decirse que gracias a las iniciativas suyas, Ancho ha llegado a la categorí­a de pueblo, pues hasta hace pocos años, este barrio no era más que una inmensa laguna, con sus marismas que además eran un foco de infección durante la época de los calores.
El es el que ha hecho que Ancho cuente con la alameda que disfrutamos, así­ como el campo de foot-ball y toda esa industria que a la otra orilla de nuestra rí­a se desenvuelve.
Y no solo eso, sino que en la misma calle Carretera, gracias a su iniciativa y a su audacia, desmochó el monte en una gran extensión y hoy ocupan su lugar hermosos edificios que han venido a solucionar la crisis de viviendas que se notaba en esta villa.

El Sr. Azurmendi, pese a su aspecto, pues nadie que no lo conozca y al presentárselo y decirle las obras que éste señor ha sido capaz de llevar a cabo, una sonrisa escéptica asomarí­a a sus labios y dirí­a que exageramos.
Sin embargo, no hay tal, pues una simple enumeración de las obras verificadas nos hará ver a todos de lo que es y ha sido capaz este buen D. Manuel, a pesar de su aspecto, que no es verdaderamente el de un hombre metido en negocios de tal envergadura.
Precisamente estos dí­as, viéndole sentado en unas piedras de las destinadas a la obra de renovación de nuestra parroquia con su sombrero calado y su bastón, más bien parecí­a un orondo «americano» –que no sabe como matar el tiempo– que el contratista de la obra.
Eso sí­, el Sr. Azurmendi, a pesar de sus 70 años y de los pingí¼es beneficios conseguidos durante toda su vida de trabajo, es el primero que acude donde tiene obreros trabajando y en lugar de llevarse una vida «regalona» no piensa más que en el trabajo.

Por todo lo expuesto, es justo que los pueblos de Pasajes y Alza rindan tributo de gratitud y admiración al infatigable trabajador y corone de laurel las sienes del ciudadano ejemplar en cuya frente están escritas con caracteres indelebles las palabras «virtud y trabajo», como emblema de una vida modelo.
Pidamos, pues, para D. Manuel Azurmendi la Medalla del Trabajo y organizaremos en su honor un acto colectivo, un homenaje popular.
Lanzada está la idea; un deber es cristalizarla, llevarla a efecto.

Un Pasaitarra

Insertamos con verdadera satisfacción el notable trabajo de nuestro colaborador Un Pasaitarra, porque estimamos de ejemplar justicia el tributo de admiración popular que solicita para el veterano D. Manuel Azurmendi.
Nuestra Revista, PASAJES, portavoz, desde su cuna, de la defensa, de los intereses pasaitarras y amparadora de nobles ideas y desinteresadas iniciativas, se adhiere, con todo calor, a lo propuesto por Un Pasaitarra y ofrece sus páginas para cuando tenga relación con el proyectado homenaje. La concesión de la Medalla del Trabajo al benemérito e infatigable don Manuel significarí­a, con el reconocimiento oficial de los méritos de aquél, la más adecuada remuneración a una larga vida de sacrificio y trabajo.

La Dirección